Castillo

Cegado el corazón, arrinconado en la sombra del olvido,
El paraíso se tiñó en nubes de soledad por su maldición,
Incongruente razón, soy pricionero del recuerdo de su vestido,
Esclavizado en mazmorras frías, catacumbas de inanición.

Centinelas me vigilan, no les afecta el tiempo, son eternos,
El desamor desfalleció los rayo de luz que difuminaba mi ser,
Secuestrado al reino de la traición no hay retorno ni encuentro,
Fortificado, no hay forma de escapar ni respuesta en creer.

Exiliado con aguas de naufragio, ciclones con leguas sin vida,
Existe este infierno acariciandome con su tenaz locura,
Sin esperanza entre paredes de piedra con ventiscas que arriban,
A éste alcázar maldito errante sin barrotes ni ranuras.

Castillo edificado en simple hecho de encerrar runas de amor,
Siendo inherente me entregan al dictamen de su ley, me encriptan,
Siendo que anula la matriz que entrega algoritmos del perdón,
Eliminando lo que fue el amor a sus palabras ya escritas.